En un animado barrio de Ciudad Ho Chi Minh (Vietnam), Chic Vid House reinventa la vida urbana con su esbelta estructura y su disposición poco convencional. Orientada al oeste, la residencia ocupa una estrecha parcela de 3,9 metros de anchura y 19,6 metros de profundidad, y aprovecha ingeniosamente el espacio gracias a su configuración de cinco plantas. Teniendo en cuenta la limitada disponibilidad de espacios abiertos en los entornos urbanos, el equipo de diseño se propuso incorporar a la perfección una exuberante vegetación, amplias vistas al exterior y abundante luz natural en toda la fachada y las zonas interiores.
Las contraventanas de teca, translúcidas y plegables, adornan la fachada y ofrecen la posibilidad de abrirse y cerrarse para protegerse del sol, mejorar la ventilación y crear una conexión visual continua con el entorno. Además, las zonas comunes y de trabajo se han colocado estratégicamente en la parte superior de la residencia para aprovechar las vistas panorámicas y contrarrestar cualquier sensación de confinamiento, mientras que las zonas más aisladas se encuentran en los niveles inferiores.
A primera vista, el exterior sin pretensiones de la Casa Chic Vid sugiere una estructura sólida y sencilla, pero esconde en su interior una vivienda luminosa e inspirada en la naturaleza. Para contrarrestar los retos del clima tropical y garantizar un entorno agradable, el arquitecto empleó piedra laterita tanto en la fachada como en el interior, aprovechando su capacidad para regular la temperatura y su encanto rústico.
En el interior, el arquitecto ha creado un espacio adaptado a las necesidades de cada miembro de la familia. En la planta baja hay un parque infantil que ofrece a los niños una zona segura para jugar lejos del bullicio de la calle. Situada en la parte trasera y junto al comedor, la cocina principal permite a los padres vigilar a sus hijos mientras juegan, y las amplias puertas acristaladas ofrecen vistas al patio trasero.
En la tercera planta se encuentran los dormitorios de la familia, con un espacio dedicado a los dos niños. Aquí, una ventana circular capta el sol de la mañana, impregnando la habitación de luz natural y favoreciendo la circulación del aire, esencial para el bienestar de los niños. La sala de estar del cuarto piso aprovecha al máximo su elevación para ofrecer amplias vistas del barrio, reduciendo la dependencia de la iluminación artificial y el consumo eléctrico. Por último, la azotea se ha transformado en una tranquila terraza, con una acogedora zona de comedor.