Bajo las faldas del Tepozteco surge la Casa LL, que con sus monolitos se asientan como si las piedras deslavadas del cerro se hubiesen esculpido para habitarlas.
La composición geométrica de la casa responde a una fragmentación de prismas que se unen y se separan para conformar los espacios. Se agregan para generar amplitud y se disgregan para retraerse en la soledad.
Cada uno de los volúmenes se niega al acceso, generando así el gesto volumétrico por el que se comienza a descubrir la casa.
Hacia el cerro la casa abre sus ventanas y expande sus espacios para dar reverencia a la belleza de los montes. Una vez cruzando los callejones del acceso entre los grandes bloques que nos comprimen y nos guían al interior, se ocasiona una transición en donde se genera una expansión brutal hacia el generoso jardín y la vista a las montañas.
El extenso jardín se encuentra rodeado de las áreas de descanso de la casa, cuatro habitaciones y la estancia, los fragmentos restantes se desprenden del jardín para apropiarse de los espacios residuales generando nuevos patios y vistas desfazadas que permiten la entrada de luz natural por la tarde.
La construcción de la casa utiliza un sistema de paneles de poliestireno expandido recubierto de una estructura tridimensional de alambre con la cual se cuela hacia el exterior el concreto entintado con las tonalidades que abstraen el matiz de la montaña.
Equipo.
Arquitectura:
RA! (Cristóbal Ramírez de Aguilar, Pedro Ramírez de Aguilar,
Santiago Sierra, Daniel Martínez, Lourdes Gamez.)
Fotografía:
Mariana Achach
Proveedores:
Covintec, Cemex
Ingenierías:
Instalaciones: Antonio Villarreal
Estructura: Daniel Manzanares